20/07/2020
Karina Martini, Managing Partner, Kreab Chile
A mediados de marzo cuando aterrizó la pandemia en nuestro país, era difícil dimensionar su impacto, tanto a nivel sanitario como social y económico. Con el correr de los meses hemos aprendido que la incerteza es una de las características de este virus porque no sabemos cuánto durarán sus efectos ni menos cuáles serán.
Desde el inicio y hasta ahora la principal preocupación de toda la sociedad ha sido priorizar la vida y la seguridad de las personas e implementar y adoptar medidas reactivas para contener la pandemia.
Los temas que marcaban la agenda, como el itinerario constitucional y la definición de un nuevo contrato social pasaron a un segundo plano, ante la necesidad de enfocar todos los esfuerzos para enfrentar esta amenaza a la salud pública y sus consecuencias económicas. En consecuencia, fue necesario reorientar las prioridades.
Desde marzo y a medida que avanzaron las semanas, las instituciones se adaptaron: como el Congreso que permitió mediante ley las sesiones y votaciones telemáticas, mientras que las videoconferencias reemplazaron a las reuniones en persona en todas las organizaciones.
Mientras caminamos y nos preparamos hacia la llamada nueva normalidad, para la cual existe el plan “paso a paso”, presentado ayer por el Gobierno, las áreas de asuntos corporativos de las empresas continúan apoyando la gestión de crisis y los objetivos reputacionales, mientras analizan como van a desarrollar su trabajo de relacionamiento con sus diversos públicos.
Siempre se dice que los mayores cambios se producen por grandes crisis y creo que la situación actual podría tener el potencial de transformar la forma en que se abordan y gestionan los asuntos públicos en el país.
Como profesionales de esta área, debemos estar abiertos a cambiar la forma en que nos comunicamos, no solo con los responsables de la toma de decisiones y las políticas públicas, sino con la sociedad en general. Estamos frente a un desafío, que nos invita a adaptarnos de la mejor forma al nuevo escenario, y a repensar lo que habíamos practicado hasta ahora.
Por ejemplo, si bien el contacto presencial seguirá siendo importante, seguramente perdurarán las reuniones remotas con stakeholders, conferencias y eventos virtuales, después de la crisis.
Por otro lado, las empresas tendrán que pensar que su propósito no es solo entregar beneficios a sus accionistas, sino que en su contribución global a la sociedad. Desde esta perspectiva, se espera que las compañías contribuyan de forma activa y positiva a la consecución de un un nuevo contrato social, a partir de la colaboración en la construcción de políticas públicas.
Las narrativas o relatos corporativos también deberán adaptarse para comunicar su real contribución a la recuperación económica y social post Covid19, además de estar alineadas a la nueva realidad, principalmente por que la agenda tendrá estos temas como prioridad durante los próximos meses.
No tenemos claridad respecto a cuánto durará esta crisis o sus consecuencias. Sin embargo, sabemos que, dado su alcance, en términos económicos y sociales, cambiará la forma en que las empresas interactúan con todos sus públicos.