10/07/2020
La posibilidad de un viaje al centro político tras las elecciones en Galicia
La gestión de la crisis por parte de Núñez Feijóo (no exenta de críticas desde la oposición) “le ha hecho media campaña al actual presidente de la Xunta”, en palabras de sus propios adversarios. A medida que la desescalada ha ido venciendo etapas, los sondeos han reforzado la candidatura del líder del PPdeG a su cuarta presidencia.
Mayoría absoluta o mayoría absoluta. Las encuestas dejan aparentemente fuera del Parlamento al resto de fuerzas del bloque de la derecha. En este contexto, así como durante la pasada legislatura y ahora en campaña electoral, se evidencia un acuerdo tácito entre las fuerzas de izquierda con el objetivo de impedir que Feijóo reedite su cuarta mayoría consecutiva en San Caetano. La opción más alcanzable para el frente de izquierdas se la ofrecen los umbrales mínimos: solo si el PP no alcanza el 42% de votos, y siempre que Ciudadanos y Vox no obtengan el 5% mínimo de los votos para obtener un escaño, tendrán posibilidades de reeditar un gobierno de coalición como el del año 2005.
Por su parte, la mayoría absoluta que los sondeos otorgan al actual presidente de la Xunta dependerá en mayor medida del número de votos que vayan a parar tanto a Vox como a Ciudadanos. Si bien es probable que no alcancen el mínimo para entrar en O Hórreo –el Parlamento de Galicia–, un número elevado de votos repartidos entre ambas fuerzas ajustaría las cuentas del PPdeG para la mayoría (especialmente si Vox es capaz de reeditar en clave autonómica las cifras de las últimas Generales).
Por otro lado, la ruptura de las Mareas de 2016 en dos fuerzas comporta distintas consecuencias: por un lado, la disgregación del voto no socialista, con la marca de Podemos en Galicia como principal perjudicada; y sobre todo la captación por parte de los nacionalistas del Bloque de la desafección generada por esa división y también por la de un PSdeG que no logra capitalizar los resultados en clave nacional. De la misma manera que en 2016 Podemos acogía a los votantes críticos del PSOE, ahora el BNG hace lo propio con Podemos. Existe una preocupación entre todas las fuerzas ante el riesgo de que la movilización sea baja. Mientras la izquierda necesita todos los votos posibles, Núñez Feijóo es consciente que el sistema electoral gallego le perjudica si no consigue mantener los niveles de participación de anteriores comicios en las provincias del interior (Lugo y Ourense).
Viaje al centro político
En la memoria más reciente aún se conserva el recuerdo del último Congreso Nacional de Partido Popular, donde el actual presidente de la Xunta se echó a un lado en la carrera presidencial del partido. Consciente del momento de polarización de la política en el ámbito nacional, Núñez Feijóo redobló su compromiso con Galicia, reservándose según diversas fuentes la posibilidad de volver a acometer su candidatura en Madrid cuando el contexto fuese más favorable. Ahora, ante la nueva cita electoral, Feijóo ha vuelto a marcar perfil propio durante toda la campaña, ensalzando su marca personal por encima de la de su propio partido. Una cuarta mayoría absoluta no solo la conllevaría reafirmar su modelo al frente de San Caetano, sino la confirmación de su figura (y su modelo de gestión política) como alternativa a la de Pablo Casado. Aunque también viceversa (y en ese caso, de forma definitiva).
Un resultado en el que el PSOE no logre defender la segunda posición con cierta solvencia y, consecuentemente, conlleve el hundimiento de Galicia en Común respecto a la anterior representación de En Marea (por la transferencia de votos al BNG), podría llegar a potenciar al Bloque en clave nacional, visibilizando con mayor intensidad su rol en el Congreso y con un rango de al menos uno o dos años en los que terminar de capitalizar de cara al electorado una izquierda autóctona que marque distancias con el PSOE (ni qué decir si esto se da en un contexto de coalición también en Galicia). En todo caso, y de cara a unas futuras elecciones generales, podría representar una de las brechas a explotar por un Partido Popular con un votante muy fidelizado en Galicia que contribuyese a reducir la distancia con el PSOE en el conjunto global del Estado. Una mayoría parlamentaria sin participación de los extremos del arco político, sumada a la posiblemente también coincidente del País Vasco (con matices), podría contribuir a desdibujar el actual reparto de roles en la conversación política nacional.
En este sentido, y en un contexto de reconstrucción en el que los extremos pueden desgastarse más ante las urgencias que traiga consigo la reactivación económica y/o social (ya sea por las restricciones que se puedan imponer desde Europa al escudo de protección y/o por la desobediencia hacia estas por la necesidad de no dejar atrás a ninguno de los grupos más vulnerables), la centralidad política puede encontrar un espacio que ponga en valor la suficiencia de los grandes partidos de cara a gestionar un escenario futuro e incierto, para el que los extremos se les presente como un factor de riesgo.
Feijoó se encamina hacia la cuarta mayoría absoluta mientras el voto de la izquierda se dispersa
Parece seguro que el PPdeG seguirá siendo la primera fuerza política del Parlamento de Galicia. Falta por confirmar solo si reedita una nueva mayoría absoluta, algo que las encuestas sugerían de cara a la cita del 5-A y que tras la pandemia muestran con mayor fuerza. Núñez Feijóo es probable que mantenga una cifra de escaños similar a la de la última legislatura, favorecido por el impacto de la Covid-19 en el escenario político y por su gestión de la crisis, elogiada por el propio Fernando Simón y que permitió a Galicia incluso alcanzar la nueva normalidad antes que otras comunidades. De ser así, y a diferencia de los pactos a los que el Partido Popular ha llegado en otras regiones, el PPdeG volvería a marcar distancia con el resto de fuerzas de la derecha, siempre y cuando consiga evitar el impacto que sobre sus propios escaños puedan tener los votos a Ciudadanos y Vox.
El ascenso del PSOE a nivel nacional en el último año es probable que también se refleje en Galicia, donde ya había logrado ser la fuerza más votada en las elecciones generales del pasado mes de abril. Del mismo modo, la escisión de las Mareas y Podemos ha provocado que una parte de sus votos se transfieran al PSdeG. Aun así, la intención de voto hacia el partido liderado por Gonzalo Caballero ha ido menguando en las encuestas desde el inicio de la desescalada. Si bien el escenario de un tripartito de izquierdas con Caballero al frente no se puede descartar por completo, los sondeos indican que las posibilidades son bajas; pendientes además de cómo evolucione el final de la campaña tanto para PSdeG como para el BNG.
Tras el poco rédito obtenido por el Bloque en las últimas elecciones autonómicas (en favor de entonces En Marea), la labor de su líder, Ana Pontón, desde la oposición la pasada legislatura así como el retorno al Congreso de los Diputados el pasado mes de noviembre, ofrecen al BNG la mejor oportunidad para recuperar el espacio perdido en la última década. Los sondeos le otorgaban en febrero una intención de voto considerable que ha seguido creciendo desde mediados de abril, pudiendo llegar a doblar su número actual de escaños.
Con la salida de En Marea de Esquerda Unida, Anova y Podemos, las encuestas han pasado a sacar del Hórreo a la (ahora) Marea Galeguista y también a reducir la presencia de la marca de Podemos, Galicia en Común, al entorno de los seis escaños (ocho menos que su predecesor en la última legislatura). Habrá que ver cuál es y si tiene algún efecto la entrada en campaña de Yolanda Díaz, avalada por su rol en la gestión de la crisis desde el Ministerio de Trabajo y Economía Social, y la amortización por parte de Gómez-Reino de haber sido la voz de la izquierda gallega en el Congreso durante los últimos años. En las últimas elecciones generales, tanto Ciudadanos como Vox no aportaron diputados al Congreso por ninguna de las cuatro provincias. En cualquier caso, la principal ventaja de ambos partidos es que parten con todo por ganar. En el caso de Ciudadanos, la campaña coincide con el regreso público de su líder nacional, Inés Arrimadas.